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Mi nueva relación con… la ropa

 

Este ha sido un cambio BRUTAL. No tengo otra manera de definirlo.

Podría empezar el post criticando el tema de las tallas, la falta de modelos, los diferentes cortes o los excesivos precios de la ropa de tallas grandes, pero no lo haré. No lo haré porque en la única tienda que visitaba, de tallas grandes, me trataban estupendamente. También iba a una gran superficie con tallas grandes.

Mi estilo era sencillo: pantalón ancho, zapatillas, camiseta interior y camisa. Nunca fallaban estas prendas en cualquier época del año. Vestirme era algo de «sota, caballo y rey», inamovible. Y como hay poca variedad en tallas grandes, con tres pantalones y cuatro o cinco camisas tenía suficiente.

La camiseta interior era necesaria por algo que empecé a notar un verano, mi último verano en el colegio, y que me avergonzaba, y era el sudor. Si no llevaba camiseta interior el sudor se marcaba en la ropa. Esto, sumado a los kilos, tenía un efecto muy desagradable para mí, porque el sudor marca axilas y el contorno pectoral.

Según fui bajando de peso y de volumen empecé a usar ropa vieja. Todo lo que se me había quedado pequeño me servía durante dos o tres meses, hasta que era demasiado grande. Fueron meses de poca compra de ropa, pero en la que pasé de la sección de «tallas grandes» a las tallas normales. De la 7XL que llegué a usar (según fabricantes) a la 44 de pantalón y XL para camisas y camisetas.

Irremediablemente, el tener más posibilidades de conseguir ropa ha provocado que cambie mi estilo. Por un lado porque prácticamente en todas las tiendas se encuentra lo mismo: camisas de cuadros (que no me gustan mucho, la verdad), pantalones ajustados y camisetas. Y también me he podido comprar algo de ropa de marca, algo que antes era imposible.

Tengo un estilo más formal para los días de diario, y los fines de semana me gusta, cada vez más, salir «informal».

Sí, me gusta vestirme y me he dado cuenta de que me gusta comprarme ropa. En eso, el cambio ha sido brutal.

JR

Contempopranea 2010

O la crónica de una semana de camping.

Hace ya algún tiempo mi amigo Iker me comentó la posibilidad de hacer algo nuevo, ir a un festival de música. Hay muchos: el BBK live, el FIB… pero por fechas y por estilo de música el que más se adaptaba era CONTEMPOPRANEA, un festival de Pop Indie que se celebra en el pueblo de Alburquerque, provincia de Badajoz.

Y allí que nos fuimos. El primer día, lunes, dormimos en Salamanca. Bueno, es un decir, porque después de cenar una mega ensalada en la Plaza Mayor, que no pude ni terminar de lo grande que era, nos encontramos con pubs abiertos y muchísimos extranjeros de cursos de verano, erasmus o aprendiendo castellano. Nos pegamos una buena juerga, cosa que podíamos hacer porque habíamos decidido descansar en un hostal.

Emerita Augusta, vuelta al camping

Para el segundo día preparamos una visita a Mérida, la capital de Extremadura, ciudad fundada por el Emperador Octavio Augusto.

La verdad es que podría detenerme y hacer un post para cada monumento romano, para el teatro, el anfiteatro o el circo, para las estatuas, los frisos y todas y cada una de las piezas del Museo de Arte Romano, el Templo de Diana, el Arco de Trajano, el Puente Romano, los acueductos… pero no lo voy a hacer. Sólo diré que Mérida es una ciudad preciosa, que merece la pena visitar, y que si disfruté tanto allí seguro que en Roma me vuelvo loco.

De lo que sí que voy a hablar es del camping. Hace años solía pasar el verano de camping, y me gustaba mucho. Pero los años y los kilos hicieron la experiencia imposible. La primera noche estuvo bien, aunque prefiero valorar la experiencia completa cuando hable del festival

Alburquerque

Y tras una tarde, una noche y una mañana en Mérida, llegamos a Alburquerque. Está en la provincia de Badajoz, a pocos kilómetros de la frontera con Cáceres, y tiene un castillo medieval en el que se celebra el festival.

Tengo que reconocer que está muy bien organizado, con una zona de acampada a las afueras al lado de las piscinas, aunque debido a que los conciertos duran hasta las cinco, seis o siete de la mañana y el sol pega fuerte, a partir de las 10 es casi imposible dormir en la tienda de campaña. Hay que ir a la piscina, buscar una sombra e ir echando cabezadas. Aunque tengo que reconocer que con menos kilos he sudado menos de lo que sudé la última vez que estuve de camping, hace unos seis o siete años, y eso que aquella vez hacía menos calor.

También he tenido otra experiencia diferente, y es la de unas duchas compartidas. Bastante gente se duchaba con bañador. Es algo que con los kilos de más habría hecho yo también, aunque tengo que reconocer que he perdido la vergüenza y no me dio nada de «palo» ducharme como vine al mundo. Y eso que el agua de las duchas estaba fría.

El festival

Por lo demás, el festival estuvo genial. Sidonie, Dorian, Delorean, Los Punsetes, Love of Lesbian, Second… y de propina, un kilito menos al llegar a casa.

JR

PD: os dejo el final del concierto de Love of Lesbian. Al principio levantaron el muermo que habían dejado Los Planetas, y acabaron lanzándose al público.

Las bolsas de la compra

Hoy he ido al súper de compras, y me ha pasado una cosa bastante curiosa sobre la que creo que todavía no he hablado.

Seguro que a muchos os pasa que al intentar abrir las bolsas de la compra no podéis. Se pegan por dentro. Así que veis a la gente en las líneas de cajas soplando en la zona de apertura, tirando de los lados o frotando las bolsas entre sí como posesos para poder abrirlas. Y mientras tanto, las cajeras dale que te pego al lector de código de barras y la compra que se acumula en la cinta.

Este problema no me pasaba a mí. Al estar todo el día sudando, también me sudaban las manos. Y esa pequeña película de sudor era ideal en esos casos, puesto que el plástico se me pegaba y con un simple gesto abría las bolsas. Cuando llegaba mi turno abría cuatro o cinco bolsas y podía colocar la compra muy rápido. Muchas veces metía el último artículo antes de que la cajera pulsase la tecla de «total».

Pero vuelvo a ser mortal. Hoy he descubierto que sin ese sudor me cuesta abrir las bolsas. Por suerte se que la clave está en la humedad, y mojándome los dedos con la lengua las he podido abrir, eso sí, más lentamente. Y claro, hoy he acumulado compra (verduras, leche desnatada con calcio y pescado, principalmente) en la cinta.

JR

PD: Ya se que muchos estáis en plena campaña contra las bolsas de plástico. Yo a veces suelo llevar bolsas reutilizables, aunque la mayoría de las veces opto por el plástico. Eso sí, siempre las reciclo.

Ducha de placer

Anoche me di una ducha de placer. No es que antes no me las diera, pero ahora las disfruto más. Y no es por narcisismo, simplemente es porque ahora me dura más tiempo la sensación de estar limpio, y eso tiene que ver mucho con todo lo que he dejado de sudar.

Cuando algo es una necesidad deja de ser placentero para convertirse en funcional, en un acto repetitivo que forma parte del algoritmo que muchas veces es nuestro día a día. Pero cuando algo no es necesario, cuando lo haces porque te apetece, cuando no te domina sino que lo dominas tú, es cuando aparece el placer.

Y yo me he aficionado a las duchas por placer. A meterme en el baño sin pensar en el tiempo que voy a estar y dedicarme a una «toilette» completa. Evidentemente sigo duchándome por las mañanas y antes de salir de casa, pero esos momentos de ducha de placer los disfruto muchísimo.

¿Qué tiene que tener una ducha para que sea por placer?

  1. No tiene que ser la ducha diaria o una ducha necesaria.
  2. Tiene que ser a la noche, generalmente a partir de las 21 horas y siempre después de la cena.
  3. Precedida por un lavado de dientes y de un afeitado húmedo, así como de recorte de uñas, limpieza de oídos, etc.
  4. El agua tiene que estar templada o caliente. Si nos gusta podemos hacer el «efecto Londres», vaho que parece niebla, y unirnos al grupo de Facebook «salir de la ducha como un concursante de Lluvia de Estrellas».
  5. No mirar el reloj para nada. No hay límite de tiempo, sólo placer.
  6. Lavar la cabeza a conciencia, y usar acondicionador de pelo.
  7. Enjabonar el cuerpo sin prisas, con calma, y con una buena esponja. Que abunde la espuma.
  8. Aclarar con mucha agua, a la temperatura que nos guste. Es opcional acabarla con agua fría.
  9. Al salir, ponerse un albornoz.
  10. Usar una leche hidratante, crema o aceite para el cuerpo. NADA DE PERFUMES, sólo olor a crema.
  11. Ponernos un pijama limpio y disfrutar del cuerpo limpio y la sensación de bienestar.
  12. Si hemos cambiado las sábanas ese día y nos metemos a la cama, ALCANZAREMOS EL NIRVANA. Os lo aseguro.

Esto, que parece una chuminada o una paranoia metrosexual, es una gozada. Lo disfruto muchísimo porque la sensación de limpieza, al no sudar, es más duradera. A muchos os parecerá una tontería, pero no lo es, os lo garantizo.

JR

PD: Si lo preferís, os dejo otra forma de lavaros que, además, sirve para ligar.

Así planchaba, así así…

Clásica canción de Gabi, Fofó, Miliki y Milikito, LOS PAYASOS DE LA TELE.

Como te podrás imaginar voy a hablar de la plancha. Y es que no es lo mismo planchar una sábana que un calzoncillo (quien los planche) o que una camiseta. Cuanto más pequeña es la prenda el planchado es mucho más rápido y fácil.

Lo has adivinado. Me cuesta menos planchar la ropa. Por ejemplo, planchar las camisas que llevé hace un año a Argentina ocupaban toda la tabla de planchar (y mira que es grande la muy), y los movimientos iban de lado a lado. En cambio ahora plancho con una agilidad y una velocidad mayores. Bueno, cuando plancho, porque otras veces lo hace mi madre (y mejor que yo por cierto).

Un último apunte que no quiero que se me pase: en la plancha, entre el trabajo y el vapor se suda mucho. ¿Se suda? NO, SE SUDABA. Yo por lo menos. Últimamente, ni gota en la plancha.

Y antes de acabar, me gustaría mandar un mensaje a todas las LECTORAS: se hacer la mayoría de las tareas de la casa (publicidad subliminal).

JR

PD: Fer, me encantó tu comentario. Un saludo a todos los argentinos que lean este blog.

PPD: Os dejo otra versión que demuestra cómo cambian los tiempos.